Recetas de amarres vela

Hace unos años por estas fechas, estaba en Ribadavia completamente asfixiado de calor, buscando un bar abierto. Todavía faltaban unas horas para asistir a la obra de teatro para la que iba acompañando a mi hermana. A ella le habían regalado las entradas. Se retrasó más de media hora, y para colmo, nos aburrimos como ostras.
Apenas me acuerdo del argumento, pero sí del ahogo, la sed constante, y la figura de un mendigo que estaba en la misma terraza donde I. y yo nos sentamos. Tomaba una copa de cognac barato, y miraba adelante, concentrado como si estuviera descifrando un jeroglífico en el edificio de enfrente.
Era enjuto, calvo, muy delgado. Tenía una nuez de Adán enorme. Llevaba unas sandalias de esparto, una camisa amarilla llena de lamparones, y unos pantalones grises raídos cinco tallas mayores. De su bolsillo de atrás le salía un plátano. Ese fue el detalle que más me llamó la atención, claro, igual que cuando estuve en O* había un hombre joven que pedía limosna en un banco junto a la entrada de un parque cercano a la biblioteca, rodeado de unos diez perros y gatos que armaban una algarabía constante alrededor de él. Estaba siempre dándoles algo de comer. Brujeria amarres gratis.
Amarres eternos gratis (4)
Ayer, en Coruña, cuando salíamos de una librería cercana a la plaza de María Pita, me fijé en un vagabundo sentado junto a un portal. Tenía una barba cana muy poblada y larga. A primera vista me recordó a campesino ruso. Hablaba solo, pero no lo hacía como la mayoría de los vagabundos en murmullos inconexos y enfados constantes. Era como una especie de conversación sobria, no sabría expresarlo de otra forma. Creo que lo que tanto a A. como a mí nos pareció diferente en él fue su mirada. No era temerosa. Lo único que me hizo pensar fue en qué clase de historia tendría ese hombre dentro de sí, enlace.

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